Hola a todos. En esta oportunidad vamos a trabajar con un relato de origen oriental que nos servirá, entre otras cosas, para reflexionar sobre la realidad, la verdad, la ilusión y el aislamiento.
Les dejo saludos.
Prof. Darío González.
dariopecorelli22@gmail.com
El espejo de Matsuyama
[Cuento - Texto completo.]
Anónimo: Oriente
En Matsuyama, lugar remoto de la provincia japonesa de
Echigo, vivía un matrimonio de jóvenes campesinos que tenían como centro y
alegría de sus vidas a su pequeña hija. Un día, el marido tuvo que viajar a la
capital para resolver unos asuntos y, ante el temor de su mujer por viaje tan
largo y a un mundo tan desconocido, la consoló con la promesa de regresar lo
antes posible y de traerle, a ella y a su hijita, hermosos regalos.
Después de una larga temporada, que a la esposa se le
hizo eterna, vio por fin a su esposo de vuelta a casa y pudo oír de sus labios
lo que le había sucedido y las cosas extraordinarias que había visto, mientras
que la niña jugaba feliz con los juguetes que su padre le había comprado.
-Para ti -le dijo el marido a su mujer- te he traído
un regalo muy extraño que sé que te va a sorprender. Míralo y dime qué ves
dentro.
Era un objeto redondo, blanco por un lado, con adornos
de pájaros y flores, y, por el otro, muy brillante y terso. Al mirarlo, la
mujer, que nunca había visto un espejo, quedó fascinada y sorprendida al
contemplar a una joven y alegre muchacha a la que no conocía. El marido se echó
a reír al ver la cara de sorpresa de su esposa.
-¿Qué ves? -le preguntó con guasa.
-Veo a una hermosa joven que me mira y mueve los
labios como si quisiera hablarme.
-Querida -le dijo el marido-, lo que ves es tu propia
cara reflejada en esa lámina de cristal. Se llama espejo y en la ciudad es un
objeto muy corriente.
La mujer quedó encantada con aquel maravilloso regalo;
lo guardó con sumo cuidado en una cajita y sólo, de vez en cuando, lo sacaba
para contemplarse.
Pasaba el tiempo y aquella familia vivía cada día más
feliz. La niña se había convertido en una linda muchacha, buena y cariñosa, que
cada vez se parecía más a su madre; pero ella nunca le enseñó ni le habló del
espejo para que no se vanagloriase de su propia hermosura. De esta manera,
hasta el padre se olvidó de aquel espejo tan bien guardado y escondido.
Un día, la madre enfermó y, a pesar de los cuidados de
padre e hija, fue empeorando, de manera que ella misma comprendió que la muerte
se le acercaba. Entonces, llamó a su hija, le pidió que le trajera la caja en
donde guardaba el espejo, y le dijo:
-Hija mía, sé que pronto voy a morir, pero no te
entristezcas. Cuando ya no esté con ustedes, prométeme que mirarás en este
espejo todos los días. Me verás en él y te darás cuenta de que, aunque desde
muy lejos, siempre estaré velando por ti.
Al morir la madre, la muchacha abrió la caja del
espejo y cada día, como se lo había prometido, lo miraba y en él veía la cara
de su madre, tan hermosa y sonriente como antes de la enfermedad. Con ella
hablaba y a ella le confiaba sus penas y sus alegrías; y, aunque su madre no le
decía ni una palabra, siempre le parecía que estaba cercana, atenta y
comprensiva.
Un día el padre la vio delante del espejo, como si
conversara con él. Y, ante su sorpresa, la muchacha contestó:
-Padre, todos los días miro en este espejo y veo a mi
querida madre y hablo con ella.
Y le contó el regalo y el ruego que su madre la había
hecho antes de morir, lo que ella no había dejado de cumplir ni un solo día.
El padre quedó tan impresionado y emocionado que nunca
se atrevió a decirle que lo que contemplaba todos los días en el espejo era
ella misma.
FIN
Anónimo japonés
Actividad 4
Teniendo en cuenta algunos de los aspectos mencionados en la presentación del trabajo realice la siguiente actividad:
1. Escriba un texto en el que describa de qué modo nuestro mundo cotidiano puede parecerse al de esta historia.
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