Profesores: Darío González y Luis Maggiori
Presentación, contenidos y actividad 1.
El repertorio seleccionado para esta materia en lo que respecta a la
literatura comprende obras de autores universales y está estructurado en base a
tres diferentes temáticas:
·
El viaje.
·
La venganza.
·
El encierro y
aislamiento.
Por otro lado, y respecto de lo que concierne específicamente a la Lengua, las actividades se centrarán en tres temas básicos:
- Acentuación
- Puntuación
- Verbos
. 1er cuatrimestre
1.
Literatura.
La venganza: “Un día de éstos”, de Gabriel García Márquez.
2.
Literatura. La venganza: “Patrón”, de Abelardo
Castillo.
3. Lengua. Acentuación: casos especiales. Puntuación: usos del punto, la coma y el punto y coma. Verbos: concordancia y correlación.
4.
Literatura. El
encierro: “El Peatón”, de Ray Bradbury.
2do cuatrimestre
5.
Literatura.
El encierro: “El espejo de Matsuyama”, relato tradicional oriental.
6.
Literatura. El viaje: “Historia de los dos que soñaron”, de Gustav Weil.
7.
Literatura. El viaje: “El brujo postergado”, de Don Juan Manuel.
8.
Literatura. “Sennin”, de Ryunosuke
Agutagawa.
Lengua y literatura 2021. Cursos: 2° 1ra – 2° A – 2° 2da
Actividad 1
El lunes
amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen
madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura
postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de
instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una
camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los
pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una
mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los
sordos.
Cuando
tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de
resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que
hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no
se servía de ella.
Después
de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos
gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina.
Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La
voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.
-Papá
-Qué
-Dice el
alcalde que si le sacas una muela.
-Dile
que no estoy aquí.
Estaba
puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con
los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo.
-Dice
que sí estás porque te está oyendo.
El
dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los
trabajos terminados, dijo:
-Mejor.
Volvió a
operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer,
sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro.
-Papá.
-Qué.
Aún no
había cambiado de expresión.
-Dice
que si no le sacas la muela te pega un tiro.
Sin
apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la
fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa.
Allí estaba el revólver.
-Bueno
-dijo-. Dile que venga a pegármelo.
Hizo
girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde
de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla
izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días.
El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la
gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente:
-Siéntese.
-Buenos
días -dijo el alcalde.
-Buenos
-dijo el dentista.
Mientras
hervían los instrumentales, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la
silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una
vieja silla de madera, la fresa de pedal y una vidriera con pomos de loza. Frente
a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre.
Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y
abrió la boca. Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de
observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los
dedos.
-Tiene
que ser sin anestesia – dijo.
-¿Por
qué?
-Porque
tiene un absceso.
El
alcalde lo miró en los ojos.
-Está
bien -dijo, y trató de sonreír.
El
dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los
instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin
apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse
las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no
lo perdió de vista.
Era un
cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo
caliente.
El
alcalde se agarró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies
y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista
sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:
-Aquí
nos paga veinte muertos, teniente.
El
alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de
lágrimas.
Pero no suspiró
hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas.
Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco
noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se
desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del
pantalón. El dentista le dio un trapo limpio.
-Séquese
las lágrimas -dijo.
El
alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos,
vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e
insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y
haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un
displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin
abotonarse la guerrera.
-Me pasa
la cuenta -dijo.
-¿A
usted o al municipio?
El
alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica:
De Los funerales de la Mamá Grande (1962), Barcelona,
Bruguera, 1986, págs. 19-23
Trabajo
práctico N° 1
1.
¿Cómo describirías a los
personajes de este relato?
2.
¿Por qué, al inicio del cuento, el
dentista no quiere atender al alcalde?
3.
¿Cuál es el conflicto principal de esta
historia?
4. ¿Por qué el dentista no le pone anestesia? ¿La excusa es creíble? ¿Por qué?
5. Explique el significado de las siguientes frases:
“-Aquí nos paga veinte muertos,
teniente.”
“-Es la misma vaina.”
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