CENS N° 461
CURSO 3° A
Materia: Sociología
Profesora: Bárbara Molinari
Ciclo lectivo: 2021
La Sociología es una ciencia
que se dedica al estudio científico del
funcionamiento de las sociedades humanas y todas las cuestiones y problemas
(sociales) que se derivan de eso.
Surgió luego de las revoluciones de fines del s. XVIII, principalmente la Revolución Francesa y la Revolución Industrial que comienza en Inglaterra, y también la revolución de independencia de Estados Unidos). Esto no significa que antes no hubiera personas que se dedicaran a estudiar la sociedad y los problemas sociales. Lo que pasó fue que esas revoluciones produjeron cambios tan importantes que fue necesario un nuevo tipo de explicación, una ciencia que se dedicara al estudio científico de las sociedades que estaban cambiando y pudiera explicar lo que estaba pasando. Imagínense una situación de crisis en la cual todo lo que ustedes conocían hasta el momento y les hacían sentir seguros y cómodos de repente empezó a cambiar.
ACTIVIDAD:
Lean
con atención el siguiente texto, pero antes de empezar a leer: ¿Qué les parece qué significa el
título de la nota?
Luego
respondan las consignas a continuación:
La sociología: La
ciencia que molesta
La sociología es como
un deporte de combate:
Se utiliza para
defenderse, no para dar golpes bajos
Pierre Bourdieu (1)
Para la sociología ha
llegado el momento de renunciar
a los éxitos mundanos,
por decirlo de alguna manera, y
de adquirir el
carácter esotérico que conviene a toda ciencia
Émile Durkheim (2)
Las reglas del método
sociológico. Conclusión
Durante
muchos años, durante muchos siglos, desde que se inventó la agricultura y el
ser humano se hizo sedentario hasta que el mundo se industrializó, la forma de
vivir de las personas era más bien sencilla, lo que no quiere decir que fuera
fácil.
Se
vivía en comunidades estables. La gente nacía, crecía, trabajaba, se casaba y
moría como había hecho la generación anterior, como sus abuelos y bisabuelos.
No había grandes cambios, se obedecían a los mismos poderes, el señor era el
señor, al señor lo sucedía su hijo y a éste el nieto. Las ideas que gobernaban
el mundo eran prácticamente las mismas, Dios te había puesto en tu lugar y Él sabía
por qué, y a ver quién era el guapo que discutía ese orden divino. Y en las
creencias lo mismo, no diré que al cura le sucedía el hijo del cura por motivos
obvios, pero al cura le sucedía otro cura semejante que amenazaba con los
mismos castigos ante los mismos pecados y ofrecía el mismo consuelo ante los
mismos sufrimientos, consuelo y resignación, una buena receta para mantener
el status quo. El parroquiano de aquellos entonces no viajaba,
raramente salía de su comarca, conocía su aldea, las aldeas vecinas y el pueblo
importante más próximo, en donde se celebraban, los días de mercado, las ferias
donde colocar los productos que obtenía de la cosecha o del ganado.
¿Para
qué se necesitaba entonces una ciencia como la sociología?, pues francamente
para nada. Bastaba con los escritos sociales de unos cuantos filósofos griegos
actualizados con la visión cristiana de la vida.
A
finales de siglo XVIII concurren dos hechos que cambiaron el mundo, estos
acontecimientos no fueron espontáneos sino que venían gestándose desde el
renacimiento e incluso desde finales del medievo.
Desde
el punto de vista político se produjeron las revoluciones liberales, la
americana y la francesa, que supusieron el derrumbe del Antiguo Régimen y
advenimiento de la burguesía como clase social dirigente. Y desde el punto de
vista económico y social se produjo la revolución industrial que cambió para
siempre el modo de producir.
En
pocos años, las personas se vieron afectadas por estos cambios, se mudaron de
lugar de residencia, el campo se empezó a vaciar y las ciudades a llenar, las
gentes cambiaron su forma de trabajar, sus estilos de vida, sus costumbres y
sus ideas. No estoy seguro de que las nuevas formas de vivir fueran más fáciles
que las de antaño pero estoy seguro de que la sencillez de la sociedad
preindustrial se fue perdiendo. La sociedad se hizo mucho más compleja.
Tal
complejidad, la cuestión social decían, hizo que entre los pensadores se
fuera difundiendo un sentimiento de “sociedad en crisis”. La reflexión sobre la
sociedad se convirtió en foco de atención del pensamiento en un momento en que
la ciencia estaba alcanzando un enorme prestigio como explicación del mundo, e
incluso, como solución a los problemas prácticos. La ecuación estaba planteada
y la solución era inmediata, la aplicación del método científico al estudio de
la sociedad: la sociología.
Y
desde entonces, desde mediados del siglo XIX, la sociología ha ido estudiando
los problemas sociales, elaborando teorías – y alguna certeza - que explicaban
comportamientos y estrategias de los grupos sociales, de las clases sociales,
de instituciones, de las religiones, de la ciencia y el conocimiento, en
definitiva de cualquier actividad humana de carácter social. Y en eso seguimos
cuando nos acercamos a los dos siglos desde que el bueno de Augusto Comte (3) inventara el término “sociología”.
La
ciencia, en general, representa la búsqueda de la verdad admitiendo que la
verdad absoluta es una quimera. Se trata de aproximarse lo máximo a la verdad,
según el conocimiento de que se disponga en cada momento, reconociendo que se
puede estar equivocado y dejando una puerta abierta para corregir las ideas que
se tenían sobre algún fenómeno por otras que se aproximen más a la verdad
buscada. Es un proceso continuo de perfeccionamiento del conocimiento que
tenemos de la naturaleza a sabiendas de que la perfección no es de este mundo.
Y esto es así, al menos en teoría, en la práctica habría que decir que hay más
resistencia al cambio de lo que queremos reconocer. Hay que pensar que incluso
en el mundo de la ciencia, más predispuesto por idiosincrasia al cambio de opinión,
hay mucha resistencia dicho cambio.
Y
es que la verdad, aparte del asuntillo de que a mi me da que en términos
absolutos es inalcanzable, tiene otro problema. La verdad tiene sus
propietarios, los dueños de la verdad. Para mí que ser dueño de la verdad es
como ser dueño de los océanos o amos del espacio interestelar, pero ellos se lo
toman muy en serio, una propiedad al fin al cabo es una propiedad. Los dueños
de la verdad, en cualquier ámbito de la actividad humana, reaccionan mal ante
la crítica inteligente, ante la disensión fundamentada.
En
los casos en que la ciencia ha dinamitado viejas verdades el abanico de
reacciones ante la crítica ha sido de lo más variopinto, respuestas que van
desde la mera agresividad hasta la violencia. La historia está llena de
ejemplos, recordemos al pobre Galileo (4) desdiciéndose
ante la perspectiva de la hoguera o a Miguel Servet (5) cuyo libro “Restitución del
Cristianismo” le llevo tanto a la hoguera católica como a la calvinista, sólo
que fueron estos últimos los que le pillaron. Ahora no te llevan a la hoguera
gracias a Dios - que hemos progresado un poquito - pero todavía hay opiniones
que no sientan muy bien. No hace mucho Stephen Hawking (6) vino a decir que había otras
explicaciones más sencillas a la creación que el dedo creador de Dios y el
Vaticano no reaccionó con alegría a la ocurrencia.
Si
las declaraciones de astrónomos, físicos, médicos, e incluso, matemáticos no
han sentado bien en algún momento a ciertos sectores, con los sociólogos es el
pan nuestro de cada día. El sociólogo siempre fastidia a alguien, menos mal que
– como hemos visto - la sociología se inventó cuando ya se habían desmontado
las hogueras, en caso contrario hubiéramos tenido algún mártir en nuestra
profesión al que dedicar el patronazgo de los colegios profesionales.
¿Y
por qué el sociólogo y su ciencia provocan ese efecto?. En primer lugar
por el objeto de la sociología: el estudio científico del funcionamiento de las
sociedades humanas. Tengamos en cuenta que cualquier poder esta montado sobre
una especie de mitología, sobre una ideología justificativa. Puede ser
por ejemplo que la democracia representa a todas las personas, que la justicia
es ecuánime, que los puestos se reparten según reglas meritocráticas o que los
líderes son infalibles. Y hay mucha gente cómoda con estos mitos, para empezar
los propios interesados en que el status quo se mantenga pero
no solo ellos.
Esto
hace que ya de partida cuando se ponen en cuestión esas “verdades”, la
sociología moleste porque nos enseña lo que una gran parte de la gente prefiere
no ver, al menos en los tiempos de bonanza económica, porque ahora mismo existe
un fuerte sentimiento de indignación, en parte porque las élites exhiben sus
miserias sin ningún pudor. Pero hasta no hace mucho los barómetros
sociales indicaban que la gente tenía en muy buen concepto a las principales
instituciones del país, se encontraban razones incontrovertibles sobre lo
buenas que eran las mayorías absolutas y de los beneficios que aportaba un
sistema bipartidista. Sin embargo, cuando estudias esas mismas instituciones
con la mirada del sociólogo, analizas su funcionamiento real no el
funcionamiento pretendido, profundizas en las estrategias que siguen para el
mantenimiento de privilegios y desigualdades y no te crees la ideología que
desarrollan para su legitimación. Y esto, haya o no haya crisis.
En
segundo lugar, ese mismo estudio del funcionamiento de la sociedad entra de
lleno en el terreno de la ideología de las personas. La mirada sociológica
cuando analiza como funciona toda actividad social realmente y no como
desearíamos que funcionara, lo quiera o no, interviene en las luchas por las
distintas concepciones del mundo. Cuando se analiza a una religión - o a la
propia ciencia para que no se diga que sólo me meto con la religión - como una
construcción social con una historia concreta y no como algo de origen divino o
cuasi divino se levantan ampollas, sobre todo en las instituciones religiosas o
en las instituciones científicas.
En
tercer término se me ocurre que a los que detentan el poder no les gusta la
sociología, la quieren en los departamentos de las universidades, en los
círculos académicos, de manera que puedan aprovechar sus aportaciones teóricas
y prácticas que puedan serles útiles, pero lejos de divulgarlas con carácter
general pues contienen ideas que de extenderse pueden resultar peligrosas.
Por
último, la sociología parece que hace a veces de una especie de Pepito Grillo,
de una suerte de conciencia social que no sienta muy bien a los que se sienten
aludidos. Esto se ve favorecido por las constantes preguntas que reciben los
sociólogos con predicamento a golpe de micrófono, preguntas a las que se ven
obligados a dar una respuesta sin darles tiempo a reflexionar, hay incluso
sociólogos de cabecera listos siempre para dar una opinión de urgencia y, por
supuesto, hay sociólogos comprometidos con multitud de causas diferentes. Y
todo esto hace que sea fácil argumentar que qué clase de ciencia es esa que
permite en su seno tanta variedad de opiniones y tantos juicios de valor
diferentes sobre un mismo hecho. Pero la razón última vuelve a ser el objeto de
la sociología. El sociólogo observa los fenómenos sociales perteneciendo
o formando parte de la sociedad, es como si el físico estudiara el choque de
móviles montado dentro de uno de ellos en vez de observar desde el exterior
mediante instrumentos de medida. ¿Hasta que punto el sociólogo es independiente
de los problemas que estudia?.
El
gran sociólogo Max Weber (7), era
partidario de una sociología libre de valores. El sociólogo debía apartarse de
los valores de su sociedad, debía hacer un esfuerzo por observar los fenómenos
sociales desde la distancia, como el físico y los móviles. Muchos piensan que
por mucho esfuerzo que se realice esto no es posible del todo. En el otro
extremo se colocan los sociólogos de la Escuela de Francfort (8) que opinan que el sociólogo ha de
inmiscuirse en los problemas, proponen una sociología militante. Este es un
debate inagotable y el mejor argumento de los que opinan que la sociología no
es una ciencia.
¿Y
que pasa cuando la sociología incomoda con sus explicaciones?. ¿Cómo se
comportan las instituciones cuando su verdad se ve amenazada?. ¿Cómo reaccionan
los particulares cuando una teoría o un concepto desmitifica una creencia muy
firme?.
Pues
ocurre con demasiada frecuencia que no atacan a la teoría o al concepto con
contraargumentos que sería lo aceptable. Es un mecanismo muy común la
descalificación. ¿La sociología es acaso una ciencia?, ¿este o aquel autor tienen
suficiente rigor?, ¿dónde están las ecuaciones que describen ese
comportamiento?, ¿para qué sirve la sociología?, ¿es útil?, ¿acaso cumple una
función?, ¿es que cura a la gente o sirve para construir casas?.
Yo
mismo que soy sociólogo a tiempo parcial, un pobre escribidor que pretende
divulgar conceptos sociológicos, he recibido este tipo de críticas, que no
entran en las razones y argumentos que expongo sino en mi propia identidad, se
me suele calificar de autor poco riguroso. Lo cual además, al menos cuando me
dedico a divulgar, es totalmente falso, primero porque cuando divulgo un
concepto no soy un autor en sentido estricto y, segundo, porque el rigor que
empleo es el rigor y la autoridad del científico social cuya teoría o concepto
estoy explicando no del mío propio. ¡Oiga usted métase con Weber si se atreve y
no conmigo!.
Pero
hay que reconocer que estas críticas no caen en saco roto. Existe una clara
obsesión por dejar claro que la sociología es una ciencia. José Félix
Tezanos (9) en su libro
“Introducción a la Sociología” dedica casi 30 páginas a demostrar que la
sociología es una ciencia, pero no es una excepción, se publican con frecuencia
artículos y libros que explican la naturaleza científica de la sociología. Que
Emilio Durkheim dedicara su libro “las reglas del método sociológico” a hacerlo
es lógico pues se trataba de poner en el mundo académico a una disciplina
nueva, pero que sigamos a estas alturas con lo mismo sólo está justificado como
respuesta a este tipo de ataques.
Es
muy común estudiar en los primeros cursos de las facultades de sociología – lo
que por cierto no me parece mal - filosofía de la ciencia, que yo sepa esto no
se estudia en la Facultad de Ciencias Físicas – lo que me parece mal -, claro
que también es cierto que nadie duda de la física como ciencia al primer revés
que se sufre. No se suele oír: “Oiga usted que la fuerza es la masa por la
aceleración”, “¡no estoy de acuerdo!, ¿Es acaso la física una ciencia?”.
También
está detrás de esa permanente puesta en cuestión de la misma esencia de la
sociología, nuestro amor por las encuestas y por la estadística como ciencia en
general. A veces da la sensación que más que como método de análisis de la
realidad como justificante de que lo que hacemos es ciencia de verdad. Durante
la carrera, la estadística es la asignatura más temida, más que nada por la falta
de base matemática de los estudiantes de sociología, pero cuando ya eres
sociólogo es la herramienta fundamental. Como dice la socióloga Rosana
Claver (10), la estadística se ha
convertido en un método efectivo para describir con exactitud los valores de
datos económicos, políticos, sociales, psicológicos, biológicos o físicos, y
son la herramienta fundamental para relacionar y analizar dichos datos. Hasta
tal punto ocurre esto que pareciera que sin investigación cuantitativa no hay
sociología que valga sino en todo caso filosofía social.
Al
final vamos a tener que dar las gracias a nuestros descalificadores pues nos
hacen andar con pies de plomo, nos hacen ser más formales en nuestros métodos y
a estar armados contra la crítica fácil, ahora bien, seguimos y seguiremos
molestando.
La
sociología es molesta, ¡qué le vamos a hacer!, pero muy necesaria. Alguna
herramienta tiene que haber para describir los procesos sociales en unos
momentos en que tenemos disciplinas científicas para todo. Si la sociología se
hizo necesaria después de unas décadas convulsas de revoluciones políticas y
socioeconómicas, hoy es más necesaria que nunca en un mundo que vive de nuevo
revoluciones políticas y socioeconómicas. En una sociedad que es preindustrial,
industrial y postindustrial, global y local, moderna y postmoderna, de la
información y del conocimiento, adhocrática, burocrática, postburocrática y
mcdonaldizada, del pensamiento único y multipolar, y, ¡todo al mismo tiempo!.
Evidentemente, si no la tuviéramos ya, deberíamos inventarla.
Juan
Carlos Barajas Martínez
Sociólogo
Notas:
(1)
Pierre Bourdieu fue uno de los más destacados
representantes de la sociología de nuestro tiempo. Si deseas ampliar
información sobre su vida y obras pulsa aquí
(2) Emile Durkehim, sociólogo francés, uno de
los padres de la sociología, el primer catedrático de sociología. Para
consultar más pulsa aquí.
(3) Augusto Comte, filósofo positivista y para
algunos el primer sociólogo, lo que si está confirmado es que inventó el nombre
de sociología. Si quieres saber más pulsa aquí.
(4) Galileo Galilei fue un astrónomo,
filósofo, matemático y físico italiano que estuvo relacionado estrechamente con
la revolución científica. Para ampliar información sobre Galileo pulsa aquí.
(5) Miguel Servet fue un astrónomo,
metereólogo, geógrafo, jurista, teólogo matemático y médico español del siglo
XVI que descubrió la circulación pulmonar. Para ampliar información pulsa aquí.
(6) Stephen Hawking, físico teórico y
cosmólogo británico famoso por sus trabajos en el campo de las singularidades
espaciotemporales en la relatividad general y en el estudio de los agujeros
negros. Para más información pulse aquí.
(7) Max Weber, sociólogo alemán considerado
otro de los padres de la sociología. Para más información pulsa aquí.
(8) La Escuela de Francfort, grupo de
investigadores que formaron parte del Instituto de Investigación Social de
Francfort que desarrollaron la teoría crítica en sociología. Formaron parte de
este grupo Adorno, Habermas y Horkheimer entre otros. Para obtener más
información pulsa aquí.
(9) José Félix Tezanos, sociólogo español,
catedrático de sociología de la UNED. Dirige la Fundación Sistema y es miembro
de la Academia Europea de Ciencias, Artes y Letras de Paris, así como de los
Consejos de Redacción de las revistas REIS (Revista Española de Investigaciones
Sociológicas), RIS (Revista Internacional de Sociología) y EMPIRIA (Revista de
Metodología de Ciencias Sociales), es autor de más de una treintena de libros y
de cientos de monografías científicas sobre temas de estructura social,
sociología política, tendencias sociales y ciencia, tecnología y sociedad.
(10) Rosana Claver Fraile, socióloga española,
investigadora de la Fundación IS+D para la Investigación Social Avanzada y
autora del blog “Mi profe de estadística”
1. Según lo que entendieron elaboren una primera definición de sociología en base a lo que dice el texto.
2. ¿En qué momento la Sociología se convirtió en una necesidad? ¿Por qué se convirtió en una necesidad?
3. Después de leer el texto y según lo que dice, ¿cómo explicarías con tus palabras el título del texto?
4. Hoy en día, ¿para qué les parece que podemos utilizar la sociología? ¿Qué les interesaría estudiar desde la sociología?
Saludos!
Prof. Bárbara Molinari
e-mail: molinaribarbara2@gmail.com
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