CENS N° 461
CURSO 3° A
Materia: Sociología
Profesora: Bárbara Molinari
Ciclo lectivo: 2021
Tema: Punto de vista sociológico
Trabajo
Práctico N° 8
Desarrollo de un punto de vista
sociológico: Sociología del coronavirus
La sociología es una ciencia plural y
no hay una única sociología sino una pluralidad de teorías sociológicas, las
cuales realizan estudios vinculados a la vida social humana, los distintos
grupos sociales y la interacción de los sujetos entre sí y con esos grupos.
Ahora bien, al estudiar a las sociedades y las relaciones sociales, nuestro
propio comportamiento se convierte en el objeto de estudio de la sociología.
Desde esta disciplina, por ejemplo, nos podemos hacer preguntas y reflexionar, por
ejemplo, en el contexto de la pandemia, acerca de cómo se evidenciaron y/o
profundizaron las desigualdades preexistentes o de qué manera impactó el
aislamiento en nuestra vida social o porqué en una época de suba de contagios,
un sector de la sociedad incumple las medidas restrictivas.
A continuación, se presentan unos
fragmentos de dos artículos periodísticos, ambos del diario Página 12, publicados el 20 de marzo y
el 2 de septiembre de 2020. Ambos analizan la pandemia del coronavirus desde
distintos puntos de vista y en función de conceptos y teorías distintas. Por ejemplo,
el primero desarrolla la idea de que pareciera que la pandemia nos igualó en el
sentido de que supuestamente nos afecta a todos/as por igual, pero en realidad
hay momentos en donde esa supuesta igualdad desaparece y ciertos sectores
sociales pretenden mostrar que son superiores. Esto lo hace a partir del
concepto de “status difuso”. Mientras que el segundo analiza por qué
fracasaron el año pasado las estrategias restrictivas que implementó el
gobierno para frenar los contagios.
ACTIVIDAD:
Lee ambos textos periodísticos y
resolver las consignas a continuación.
PAGINA 12
20 de marzo de 2020
Aplicando Sociología al fenómeno Pandemia
Sr. Coronavirus: usted no sabe quién soy yo
La regla es el respeto,
la norma es que todos somos iguales. Pero de pronto, ante algunos estímulos
aparece el carnet de superioridad. Ese estatus difuso se rompe con la
presentación intempestiva del estado de excepción. Aquí algunos ejemplos.
¿Cómo no pensar en la
Sociología durante estos días? Desde el aterrizaje del coronavirus, en todos
los escenarios cotidianos se producen situaciones que servirían para completar
los manuales de teoría con ejemplos alucinantes.
Cuando me pidieron esta
nota pensé en muchos otros conceptos: “prejuicio”, “discriminación”, “política
pública”, “problema público”, “pánico moral”, “control social”,
“globalización”, y en el menos conocido “estatus difuso”. Los otros días
tuvimos un dramático ejemplo del último. Los protagonistas fueron un
empleado de seguridad de un edificio en Olivos y un entrenador físico. “Entreno
a runners, rugbiers, golfistas, polistas, tenistas, futbolistas y jugadoras de
hockey, ayudándolos a reconocer sus debilidades y entrenarlas”, dice el
perfil laboral del entrenador que trabajó en el Colegio Newman y en el Club
Universitario de Buenos Aires (CUBA). El video está en Youtube. Es realmente
escalofriante. Le dio 19 trompadas en 14 segundos al vigilante, luego de que
éste le hubiera advertido que no debía burlar las normas de seguridad dispuestas
por el gobierno (dos semanas de aislamiento) a quienes llegan desde el
extranjero (Estados Unidos, en este caso).
La vida cotidiana se
parece a una guerra fría, pensaba Erving Goffman. La gente suele no apreciarse
y guardar desconfianza y recelo hacia los otros, en especial, cuando pertenecen
a sectores sociales distintos. Aún así, durante las
interacciones públicas, parece regir cierto nivel de igualdad. Esa igualdad
ficticia es, hasta cierto punto, digerible. Sabemos que somos distintos
pero nos tratamos por iguales… una especie de juego de las escondidas
políticamente re correcto que suele tener mal final.
Por ejemplo, en una cola
el “orden de llegada” funciona como el elemento estructurador. No quedaría bien
reclamar un privilegio. De eso trata, justamente, el estatus difuso: la
aparente desaparición de las desigualdades. Sin embargo, pueden reaparecer en
cualquier momento. Supongamos que observamos una cola en un banco e
–infausta noticia- se cae el sistema: seguro que, dentro de esa cola, aflorarán
jerarquías antes adormecidas para ver quiénes tendrían que ser los primeros en
ser atendidos, es decir, quienes quedarían exceptuados del orden de llegada,
que debiera ser un criterio válido para todos (salvo las excepciones que
anuncian los carteles).
El recordatorio al
entrenador de Olivos, lanzado por alguien de estatus social inferior, fue una
ofensa para el agresor, quien no pudo admitir haber sido puesto en la misma
lista de igualdad que suponen las disposiciones de un gobierno. Y es probable
que, entonces, haya actuado en base a una intolerable autoimagen ultrajada:
cada trompada desesperada parecía un intento de recobrar el estatus rebajado
por parte del laburante. Si se lo hubiera dicho un par, tal vez la respuesta no
hubiera sido la misma.
No nos bancamos la
igualdad, por eso el estatus difuso tiene corta duración; al contrario, cada
tanto, como para recordar quiénes y qué somos, requiere hacerse visible y
taxativo. Sus portadores creen que existen estatus que, de suyo, implican un
estado de excepción. (…)
El investigador Daniel
Feierstein asegura que la respuesta está en la sociología y no en la medicina
Coronavirus: ¿Por qué fracasan todas las estrategias
para frenar los contagios?
02 de septiembre de 2020
.
Imagen: Guadalupe Lombardo
El sociólogo e investigador
del Conicet Daniel Feierstein analizó la conducta de los argentinos frente a
la pandemia de coronavirus, y explicó por qué, según su
criterio, fracasan las estrategias para frenar los contagios. “La
respuesta no es médica sino sociológica”, dijo y aclaró que la imposibilidad de
frenar los casos debe entenderse a partir de “dos importantes sistemas de
defensa psíquica que operan a nivel colectivo: la negación y la
proyección”.
En un hilo en su cuenta de Twitter (que rápidamente se hizo viral, con más
de 10mil retweets) el investigador del Conicet indicó que en una pandemia
-o en cualquier otro fenómeno con consecuencias masivas- la población no actúa
"según una racionalidad ajustada a fines sino que se ve atravesada por
acciones afectivas". Ese proceso genera, según el sociólogo, una tendencia
de menguar, e incluso ignorar, el riesgo de lo acontecido.
“A cualquier sujeto le
resulta difícil aceptar la posibilidad de su muerte o enfermedad y también la
alteración de su vida cotidiana. Eso explica también el odio en las respuestas
anticuarentena”, agregó.
En este sentido, el doctor
en Ciencias Sociales argumentó que los mensajes de las autoridades, tal como
"estamos bien, la situación está controlada, ya pasamos lo peor, la semana
que viene baja, el sistema de salud va a resistir, no habrá colapso, esto nos
permite dar un nuevo paso" lo único que hacen es ratificar de los
sistemas de negación.
"Inmunidad de
cagazo"
El también profesor
de la Universidad de Buenos Aires linkeó, en su hilo de Twitter, una
nota suya en Página/12 donde
se profundiza sobre los desafíos de las ciencias sociales en la pandemia.
"Iniciado septiembre (¡6 meses después de la nota!) seguimos pensando que
los médicos pueden pronosticar comportamientos sociales y decidir las acciones
políticas a partir de ello (como si nos hubiesen encargado a los sociólogos
tratar de elaborar la vacuna)", expresó.
En ese sentido, Feierstein
realizó una comparación con lo ocurrido en España o Italia. Según comentó,
"durante el momento más crítico de la pandemia, las autoridades
apelaron a un mensaje directo para despertar” a la población y lograr
que respeten las medidas de prevención. "¿Por qué bajó el pico en Italia o
España? Etchenique lo identificó con precisión: por la ‘inmunidad de
cagazo’. El miedo de la gente pudo vencer al mecanismo de negación.
Alcaldes gritándole a la población que ya no sabían qué más hacer y que si no
se quedaban de una buena vez en sus casas perderían a sus seres queridos”,
explicó.
Y agregó: “Aquí los
intensivistas nos gritan que ya no pueden más, que no tienen cómo contener el
nivel de casos diarios, pero les responden con el R de 1,0x, con la creencia
mágica en que ‘ya llega el pico’ o con la desesperanza de que ‘no podemos hacer
otra cosa’”. Cabe destacar que, con los números del último reporte vespertino del Ministerio de Salud, los casos totales confirmados desde el
comienzo de la pandemia son 428.239. Los fallecimientos acumulan 8.919.
Entonces, en la línea de
Feierstein, el problema radica en una presunción errada sobre el
comportamiento social puesto que un mensaje optimista, que busca
llevar tranquilidad a la población, termina jugando en contra. “Para alguien en
estado de negación, decirle que vamos mejor, que abrimos actividades y que no
habrá colapso es el mejor modo de lograr que ratifiquen la negación. No creo q
nadie quiera que mueran argentinos. No sirve echarle la culpa a un político, al
otro o a la población. Simplemente no estamos comprendiendo lo que pasa, cuanto
menos a nivel de los comportamientos sociales”, sostuvo en el hilo de Twitter.
El hilo completo de Feierstein
"1) ¿Por qué fracasan las estrategias para frenar los
contagios en Argentina? La respuesta tiene muchas variables pero la fundamental
no es médica sino sociológica. Sale hilo al respecto. Un poco largo pero no
queda otra...
2) Vale escuchar a los ministros Quiroz y Ginés para tratar de comprender el
razonamiento detrás de las medidas más allá de la grieta. Al hacerlo se
encuentra una lógica común a ambos, que constituye una presunción errada sobre
el comportamiento social. Veámoslo.
3) El razonamiento es el siguiente: la gente no se banca más la cuarentena y la
incumple igual. Por lo tanto, lo que debemos hacer para contener la ola de
contagios es autorizar lo que de hecho ya se hace pero solicitando que se cuide
y apelando a la "responsabilidad ciudadana".
4) La premisa no es del todo incorrecta. La vuelta a fase 1 en julio demostró
(siguiendo la curva de contagios) q efectivamente muchos no la cumplieron y que
insistir por el camino de la prohibición no permitiría resultados positivos sin
una inviable e inadmisible represión.
5) Pero sin querer ponerme muy técnico, podríamos decir q lo q suponen los
médicos sobre el comportamiento social en pandemia es lo que Weber llama
"acción racional con arreglo a fines": q calculan que el riesgo de
contagiarse es preferible al de quedarse sin otras actividades.
6) Aunque eso podría sonar plausible (no sensato) para quien necesita trabajar
porque podría verse sometido al hambre o a la pérdida de bienes, en modo alguno
explica el caso de quien sale a tomar una birra, hace el asadito con los amigos
o visita a la tía, foco de los contagios.
7) El problema de fondo no es ese sino que la población en una catástrofe NO
actúa según esa racionalidad ajustada a fines sino que se ve atravesada por
acciones afectivas (tercer tipo en Weber) vinculadas a mecanismos de defensa
psíquica como la negación y la proyección.
8) Antes de iniciar la cuarentena, escribí esto en @pagina12 donde advertía que el principal desafío para las ciencias
sociales en pandemia era cómo enfrentar la negación y la proyección.
9) Pero iniciado septiembre (6 meses después!) seguimos pensando que los
médicos pueden pronosticar comportamientos sociales y decidir las acciones políticas
a partir de ello (como si nos hubiesen encargado a los sociólogos tratar de
elaborar la vacuna).
10) Al cambiar la hipótesis de explicación del comportamiento, podemos entonces
aventurar por qué lo que se hace sale mal. Para alguien en estado de negación,
decirle que vamos mejor, q abrimos actividades y q no habrá colapso es el mejor
modo de lograr que ratifiquen la negación.
11) Y aquí retomo la pregunta que me hacen muchos: ¿por qué un especialista en
el estudio de los genocidios y otras violencias estatales masivas y no en salud
o epidemiología tiene algo para decir en una pandemia?
12) Porque después de 30 años de estudiar las respuestas ante la catástrofe, lo
más regular q se puede encontrar es precisamente que la acción humana en esos
casos tiende a la negación y a la proyección. Nadie quiere aceptar la
posibilidad de su muerte o la de sus seres queridos.
13) Eso explica también el odio en las respuestas anticuarentena. Por ejemplo:
en casos en que sobrevivientes del genocidio nazi lograron escapar de la
deportación fueron golpeados y acusados de mentirosos en los pueblos donde
intentaban contar lo q sabían o habían vivido.
14) Es desgarrador leer los testimonios pero con una mirada más humana resulta
comprensible: ¿quién podía aceptar que el destino de toda su aldea sería ser
deportado y aniquilado en cámaras de gas? El enojo y el terror se proyectaban
en el emisario porq la verdad era inaceptable.
15) Del mismo modo podemos entender cómo fue que en nuestro país, en 1978,
muchos argentinos respondieran a las denuncias de desapariciones forzadas
sumándose a la propaganda oficial que las catalogaba como "campana
antiargentina" y "mentiras internacionales".
16) Los dirigentes políticos se encuentran así en un dilema: deben decirle a la
población lo que no quiere escuchar y se arriesgan a ser el foco de odio y
proyección, con lo que implica en pérdida de imagen y votos, ya que puede tener
su costo político.
17) Psicópatas como Trump o Bolsonaro directamente se transforman en la fuente
del proceso de negación ("es una mentira demócrata", "es una
gripecinha", entre otros tantos delirios).
18) Si los intensivistas nos gritan (como los sobrevivientes) q ya no
pueden más, que no tienen cómo contener el nivel de casos diarios, pero les
responden con el R de 1,0x, con la creencia mágica en q "ya llega el
pico" o con la desesperanza de que "no podemos hacer otra cosa".
19) Nada aporta suponer mala intención. No creo q nadie quiera que mueran
argentinos. No sirve echarle la culpa a un político, al otro o a la población.
Simplemente no estamos comprendiendo lo que pasa, cuanto menos a nivel de los
comportamientos sociales.
20) ¿Por qué bajó el pico en Italia o España? R. Etchenique lo identificó con
precisión: por la "inmunidad de cagazo". El miedo de la gente pudo
vencer al mecanismo de negación. Pero eso tampoco es permanente ni automático y
los rebrotes lo demuestran. La negación es persistente.
21) Y una forma de negación actual es pensar "tranquis, como en España
bajó pero tienen un x% de infectados debe ser que el x% es la inmunidad de
rebaño, apenas lleguemos a ese número va a bajar". Pero ni aquí ni allí
funciona así...
22) Les pido q vean los mensajes oficiales y los medios en esos países en ese
tiempo. Alcaldes gritándole a la población que ya no sabían qué más hacer y que
si no se quedaban de una buena vez en sus casas perderían a sus seres
queridos.
23) Contrasten eso con los mensajes oficiales argentinos: "estamos bien,
la situación está controlada, ya pasamos lo peor, la semana q viene baja, el sistema
de salud va a resistir, no habrá colapso, esto nos permite dar un nuevo
paso", ratificaciones de los sistemas de negación.
24) Agregar "no dejemos de cuidarnos" produce cero efecto ante lo
previo. Esa parte ya no se escucha. Quienes saben nos informan q las cosas
están mejor y abren actividades, por lo tanto incluso quienes no sucumbían a la
negación lo hacen: "el intensivista debe ser un exagerado".
25) No estoy llamando a reproducir los gritos españoles e italianos, pero sí a
comprender que nuestros principales enemigos son la negación y la proyección,
como en toda catástrofe. Y que eso no se resuelve ni con camas ni con
respiradores."
Consignas:
1.
¿Estás
de acuerdo con lo que dice cada artículo? Fundamentar.
2.
¿A
qué le llama “status difuso” el primer artículo? ¿Y cómo lo explica a partir
del ejemplo del entrenador? ¿Se te ocurre algún otro ejemplo?
3.
¿Qué
analiza el sociólogo Feierstein en el segundo artículo?
4.
¿Por
qué fracasan las estrategias para frenar los contagios según él? ¿cuál es el
error de la estrategia gubernamental?
5.
¿Por
qué piensa que es necesario una mirada sociológica y no médica o sanitaria
sobre el incremento de los contagios?
6.
Según
el sociólogo, ¿Cómo actúan las personas ante una catástrofe?
Fecha de entrega: 30/6/21
e-mail: molinaribarbara2@gmail.com